Como se expresara en el número anterior, las crecidas del río Paraná que se registran en su tramo medio e inferior, aguas abajo de la localidad de Corrientes, se originan principalmente por los aportes que se producen aguas arriba, donde la diversidad de características fisiográficas, hidrometeorológicas e hidrográficas existentes hace conveniente realizar una breve interpretación del funcionamiento de las principales subcuencas a los efectos de obtener una mejor comprensión de los fenómenos hidrológicos involucrados.
La subcuenca del Paraná Superior, donde las áreas de aportes de los ríos Paranaíba, Grande y Paranápanema son las mayores, tiene, hasta recibir los aportes del río Iguazú, una superficie de unos 900.000 km2, y gran influencia en el volumen y la duración de las crecidas. Las precipitaciones se concentran por lo general en el período estival y a principios de otoño, originando las crecidas de los meses de Febrero y Marzo. La subcuenca del río Iguazú, con una superficie de 64.000 km2, presenta características propias muy importantes en el desarrollo de las crecidas, ya que recibe precipitaciones significativas y con distribución prácticamente uniforme a lo largo del año sobre un relieve acentuado. Este hecho provoca crecidas menos voluminosas que las originadas en el Paraná Superior, aunque muy importantes desde el punto de vista de los caudales pico, pudiendo superponerse con otros aportes significativos de la cuenca.
A las subcuencas mencionadas es necesario añadir los aportes de la subcuenca del río Paraguay, que posee un gran tamaño (1.115.000 km2), aunque con características de sus crecidas diferentes de las del río Paraná propiamente dicho. Esto se debe a que en su cuenca alta se encuentra una gran zona deprimida, denominada «El Pantanal», que actúa como amortiguador natural de los derrames. Las precipitaciones son algo inferiores a las del Paraná Superior, de concentración estival, pero, debido a la acción amortiguadora mencionada, las crecidas presentan retardos y se extienden en el tiempo; o sea, tienen menores caudales pico en un hidrograma aplanado. Los máximos se producen generalmente en invierno.
Vista aérea desde el puerto, con el Puente Colgante al fondo, durante las inundaciones de 1966.
ORIGEN DE LAS CRECIDAS
El 46 % de los picos que superan los 25.000 m3/seg se ha presentado en los meses de febrero y marzo. Muy similar es también el porcentaje de crecidas que superan los 30.000 m3/seg para este bimestre. En el trimestre mayo-junio-julio ocurre un 23 % de los picos, la mitad de ellos, específicamente en junio. En cuanto a la forma, se producen dos tipos de crecidas que podrían diferenciarse:
a) Aquellas de subida relativamente rápida, empuntadas, generalmente, con un pico importante, y de corta o media duración; aun cuando se hayan presentado picos precedentes.
b) Aquellas de mayor volumen y duración, con subidas más lentas, con uno o más picos importantes que se presentan sucesivamente.
Además, ambas pueden presentarse con el pico máximo en febrero-marzo o en el trimestre mayo-junio-julio, por lo que en muchos casos, es imposible realizar una separación de las mismas.
En relación a las posibles modificaciones que estaría sufriendo el régimen del río, la simple observación cronológica de los caudales máximos anuales registrados en Corrientes entre los años 1904-05 Y 1909-10, muestra una tendencia a la aparición de montos relativamente mayores a partir de los años ’70 hasta fin del siglo, lo que indicaría un aumento de la frecuencia con que determinados valores de crecidas son alcanzados o superados. Luego, se ve que en los últimos 10 años las crecidas estuvieron por debajo de la media, lo que arroja dudas respecto de cuál será la tendencia a futuro.
POSIBLES CAUSAS
Desde hace bastante tiempo, numerosos trabajos han tratado de explicar la causa de estas variaciones, como por ejemplo, un estudio del Banco Mundial (Anderson et al., 1993), donde se indicaba que, «a partir de la década del ’60, ocurrieron por lo menos tres cambios importantes que podrían haber afectado la hidrometeorología de la cuenca:
Cambios en el uso de la tierra, en especial, la deforestación, que pudieron haber aumentado los niveles de escurrimiento.
Desarrollo hidroeléctrico, principalmente en el Alto Paraná en Brasil, que provocó una mayor regulación y un régimen de caudales bajos más alto.
Las precipitaciones durante la estación húmeda, que han sido más altas por lo menos desde 1960, y nos hacen suponer que los cambios climáticos pueden estar inducidos por el hombre.
También concluye que:
Las variaciones pluviales son las mayores responsables de los cambios en los caudales y en las inundaciones.
Los cambios en la distribución estacional de los caudales también parecen estar relacionados con los producidos en el régimen pluvial, además del impacto del almacenamiento aguas arriba que afecta el régimen de caudales bajos.
Y que no se encontró ninguna evidencia, ni estadística ni de otro tipo, de que los cambios en el uso de la tierra hayan influido significativamente en el aumento de la incidencia y la severidad de las crecidas.
Ruta Provincial N° 1, en febrero de 2010.
Es importante destacar un elemento referido a las grandes crecidas históricas ocurridas. Se tiene en Corrientes un valor máximo de 60.200 m3/seg en 1983, al cual, en orden de magnitud, le seguiría un valor estimado de 58.000 m3/seg en 1812 luego el valor de 54.000 en 1812; luego el valor de 54.000 m3/seg en 1992, y el de 1998, con un valor de 50.600, similar a los 52.000 m3/seg estimados para 1858, apenas mayores a los valores de 1905 y de 1878. Si bien los valores de vieja data no han sido medidos en forma directa, permiten tener una clara idea de la magnitud de la crecida.
Analizando estos resultados, se debe aclarar que la magnitud de las crecidas registradas en los últimos años no es excepcional, pero sí debe destacarse el aumento en la frecuencia de aparición de los caudales extremos, a partir, aproximadamente, de 1960.
Respecto de las represas para generación hidroeléctrica, a las que ya se hiciera referencia en el fascículo 5, en muchas ocasiones se las ha mencionado como incidiendo en las inundaciones registradas aguas abajo, muchas veces desconociendo su funcionamiento.
Dada la primordial función que en la práctica tales obras tienen (generación hidroeléctrica), existe la tendencia a que los operadores de las mismas pretendan tener las permanentemente «llenas», evitando en lo posible el derrame por vertedero (lo cual suele verse como pérdida económica). De por sí, la capacidad de almacenamiento del vaso de las mismas es pequeño comparado con el volumen de una crecida y, teniendo en cuenta lo expresado anteriormente, la capacidad de laminación de los picos de crecida ha sido muy baja.
EVENTOS HISTÓRICOS Y SUS IMPACTOS
Uno de los primeros análisis del proceso de crecida del río Paraná data de 1906 y se refiere a la Gran Creciente de 1905, siendo su autor el Ing. Oscar Wahlquist (1906). En el mismo se indica que, en el Alto Paraná superior, la crecida se desarrolló con gran rapidez, descendiendo de la misma forma y resultando más baja que la de 1878 y algo inferior a la de 1891. En el río Paraguay, la creciente superó a las anteriores conocidas y la misma situación se produjo desde Corrientes hacia aguas abajo.
El relevamiento efectuado indicó que 26.760 km2 se habían inundado a lo largo del valle de los ríos Paraguay y Paraná. La tercera parte de la ciudad de Santa Fe estuvo varios días bajo agua, al igual que casi la mitad de la ciudad de Gaya, mientras que Resistencia se salvó por la acción de los habitantes, que construyeron rápidamente terraplenes, lo que evitó el avance de las aguas (se estima que las partes más altas del pueblo se habrían cubierto con 20 cm de agua).
Posteriormente a 1905, las crecidas más importantes comenzaron a manifestarse a partir de la década del año ’60 y de forma más manifiesta, luego de los ’80. En todo este período resulta de interés sintetizar los trabajos de diferentes autores referidos a la evolución de la región cercana a la ciudad de Santa Fe y a los impactos producidos por las distintas crecidas históricas.
La evolución histórica de las obras de infraestructura en la zona que fueron modificando el sistema natural y las sucesivas crecidas que se producían han sido expuestas en los trabajos de Paoli, C. y otros (2000). De los mismos se resumen los hechos más importantes, los cuales se presentan a continuación.
Sobre el medio natural se fue produciendo una progresiva ocupación, con el atractivo especial que presentan las zonas altas del albardón, «buenas tierras y buenas aguas». El asentamiento de núcleos urbanos se efectuó en los puntos más altos, pero tratando de estar siempre cerca del río. Hacia el oeste, se fue incrementando la actividad ganadera y, posteriormente, la agropecuaria.
El natural crecimiento de las . poblaciones y de la actividad económica trajo aparejada la impostergable necesidad de su vinculación terrestre (vial y ferroviaria) con los centros más importantes. En el extremo inferior del área considerada, la existencia de las ciudades de Santa Fe y Paraná, capitales de provincias, imponía su vinculación, cruzando el valle de inundación justamente en su tramo más estrecho.
Según lo describe Cabral (1967), hasta el año 1885 el río escurría sin impedimento ni interferencia alguna, utilizando en sus crecidas toda la sección que le resultara necesaria. La comunicación con la Mesopotamia era totalmente por vía fluvial.
En 1886, se tendió la primera línea del ferrocarril desde Santa Fe hasta Colastiné Norte y San José del Rincón. Entre los años 1904 y 1910, se construyó el Puerto de ultramar de Santa Fe con sus dos diques y el canal de acceso, que dejaba por el norte y en zona de islas un terraplén donde, posteriormente, se desarrollaría el asentamiento urbano de Alto Verde.
Durante la gran creciente de 1905, se verificó que el nivel de las aguas llegó a menos de una cuadra de lo que hoyes la arteria principal de la ciudad de Santa Fe. Toda esta zona fue elevada juntamente con la construcción del puerto. En 1924, se construyó el Puente Colgante, en la desembocadura de la laguna Setúbal.
En 1936 finalizaron los trabajos del camino Santa Fe-Colastiné, sobreelevando la cota del terreno natural de las islas (actual trazado de la Ruta Nacional N° 168). En 1942 se construyó el llamado . camino de la costa, Ruta Provincial nº 1 (RP 1), desde La Guardia hacia el NE siguiendo el albardón costero. En el año 1952 se continúa el avance hacia el oeste, con la prolongación de la Ruta Nacional N° 168 (RN 168).
Durante este período de progresiva ocupación del valle aluvial, se produjeron crecidas que, sin llegar a ser excepcionales, mostraron que estas obras interferían el normal escurrimiento de las aguas con las consecuencias que son previsibles. Durante las crecientes de 1959 y 1961 (caudales pico del orden de los 30.000 m3/seg), al encontrar las aguas el incipiente terraplén de la RP 1 primeramente fueron retenidas, impidiendo su paso hacia el oeste. Como es lógico, esto produjo una sobreelevación del nivel hasta vencer la resistencia de los terraplenes, que fueron cortados en varios puntos, en particular y por su magnitud, los de la zona de El Laurel y Vuelta del Dorado.
Imagen aérea Barrio El Pozo, durante las inundaciones de 1983.