Paraná Medio

El Paraná Medio es la zona del río que resulta familiar a los santafesinos. Hablando con propiedad, es una «llanura aluvial», compuesta por el cauce y otros terrenos anegadizos, extendidos sobre una espesa carpeta de arena que ha traído el propio río desde miles de kilómetros de distancia.

El cauce principal del río es tan grande y tan turbulento (y sin abrigo contra el viento) que los frágiles barquichuelos de la época colonial preferían navegar por los riachos menores, como el Coronda o el San Javier, para no naufragar. De allí de que existiera el concepto genérico de que el Paraná era una enorme barrera acuática, similar al Río de la Plata, y se hablara del «litoral del Paraná» y después del «Litoral» a secas, una palabra que significa en Castellano «la orilla del mar».

Este sistema se extiende desde la confluencia del Paraná con el río Paraguay (cerca de Corrientes) hasta aguas debajo de Rosario, donde pasa en transición al delta. Es decir, tiene unos 600 kilómetros de longitud y un ancho variable, que oscila entre 8 y 40 kilómetros. Frente él la ciudad de Santa Fe y sus cercanías el ancho es de 25 a 30 km. A primera vista, todo el conjunto parece una maraña de canales, lagunas, albardones y pajonales entremezclados caóticamente. Sin embargo, no es así; trabajando, sistemáticamente con los métodos clásicos de las Ciencias Naturales y modernas herramientas, como las imágenes satelitales, se pueden distinguir varios elementos bien definidos y saber cómo funcionan.

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EL CAUCE PRINCIPAL

El cauce principales una imponente avenida de agua que transporta nada menos que entre 16 millones y 20 millones de litros de agua por segundo en promedio anual. Naturalmente, en las crecientes transporta bastante más. En realidad, es tan grande que no se lo puede visualizar como río si no es desde un avión.

Es un tipo de cauce llamado «anastomosado o trenzado», con numerosas islas como rasgo principal. Contemplado en todo su recorrido desde Corrientes hasta Rosario, se observa que está compuesto por una serie de segmentos anchos, con dos a cinco canales inestables que forman islas de forma elíptica, migran, erosionan y sedimentan bancos de arena. Las islas pueden crecer o disminuir de tamaño, según el comportamiento irregular de los remolinos del agua, que giran a velocidades de 1 a 2 metros por segundo. Hay que imaginarse las expectativas y actitudes de los propietarios de esas islas.

Los segmentos anchos miden entre 20 y 40 kilómetros de longitud. Están separados entre sí por trechos cortos («estrangulamientos») en los que todos los canales se reúnen en uno solo, más pro- fundo y estable. El túnel subfluvial Santa Fe-Paraná está construido en uno de ellos. Las profundidades del río también dependen de cada trecho; en los tramos anchos varía entre 4 y 8 metros, y pueden aparecer bancos de arena que molesten a la navegación durante aguas bajas. En los estrangulamientos, el promedio de profundidad es de quince metros.

Es interesante notar que la cota de aguas medias a la altura de Santa Fe-Paraná es de 11 metros sobre el nivel del mar; o sea que el lecho del río en muchos lugares de nuestra zona se encuentra por debajo del nivel del mar.

Las mayores profundidades en el río Paraná están en los «remansos», lugares donde el agua gira como un tirabuzón hacia abajo («flujo helicoidal»), arrastrando todo lo que lleva, generalmente ramas de árboles pero también botes hundidos y cadáveres de animales, y excavando en el fondo. El remanso más profundo fue medido en 53 metros cerca de la localidad entrerriana de Cerrito.

LA BARRANCA

La barranca correntina y entrerriana del Paraná es un imponente resalto topográfico que recorre toda la llanura aluvial. Mide entre 30 y 50 metros de altura total y está compuesta por varias formaciones geológicas superpuestas en forma de capas. En algunas de estas capas suelen aparecer fósiles marinos o continentales. Las principales son las siguientes:

Formación Paraná: Es un depósito marino, compuesto por arena gris y blanca, arcilla gris y verde, que contiene fósiles de ese ambiente, tales como ostras, dientes de tiburón y foraminíferos. Aflora en el Parque Urquiza de Paraná y al sur de esa ciudad. Fue depositada hace 5 millones de años (en el Mioceno) cuando el océano Atlántico invadió amplias zonas de la Pampa y el Chaco.

Formación ltuzaingó: Arenas finas, limpias, de color amarillo y rojizo, que forman la mayor parte de la barranca desde Paraná hasta Corrientes. Han sido depositadas por el propio río Paraná en el Cuaternario, y posteriormente elevadas tectónicamente. Contienen árboles silicificados en muchos lugares.

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Cueva de un animal extinguido de gran tamaño. en la barranca cerca de Rosario.

Formación Hernandarias: Aparece en la barranca encima de la Formación Ituzaingó . (lo que indica que es más joven que ésta). Es arcillosa y plástica cuando se humedece por la lluvia. Tiene color gris y marrón y contiene cristales de yeso, lo que indica que se formó en un clima desértico. Curiosamente, no fue depositada por el río Paraná sino por el río Uruguay. Constituye la parte superior de la barranca desde Paraná hacia el norte, hasta La Paz.

Formación La picada: Forma la terraza baja de los arroyos que llegan al Paraná y fue acumulada por estos pequeños cauces en los últimos miles de años. Está compuesta por arena y tierra marrón y gris. No contiene fósiles porque es geológicamente muy joven y cuando fue depositada los fósiles ya se habían extinguido.

La barranca va retrocediendo secularmente por derrumbes y deslizamientos (movimientos de masa), que se producen al excavar el río la base, o bien cuando lluvias extraordinarias saturan los estratos de las formaciones Hernandarias y Paraná. Es bien conocido que cuando una época de lluvia sobrepasa los 200 milímetros se empieza a mover toda la barranca, como ocurrió en febrero de 2010.

Otro mecanismo de retroceso de la barranca tiene importantes consecuencias ecológicas y biogeográficas. Se trata de la formación de cárcavas, que son grandes zanjas que aparecen por erosión de las tierras altas vecinas y van retrocediendo a medida que crecen. Una cárcava típica tiene entre 500 y 200 metros de longitud (hasta desembocar en la barranca), 100 a 300 metros de ancho y 10 a 30 metros de profundidad, con fondo plano y costados verticales; están ocupados por una tupida vegetación de bosque. Sirven de nichos ecológicos abrigados, sin heladas ni vientos, en los que la vegetación tropical avanza hacia las latitudes templadas del sur.

LA LLANURA DE BANCOS

Todo santafesino conoce lo que es un banco de arena del Paraná. Arena fina, limpia, suave, que se extiende cientos de metros por fuera y dentro del agua. Se trata de los depósitos producidos por el cauce principal, con su gran turbulencia y velocidad. Vistos en conjunto, tienen forma elíptica y se van adosando unos a otros en forma desprolija, formando la «llanura de bancos» que acompaña a la gran correntada, con un ancho de unos 5 kilómetros.

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DELTAS DE AFLUENTES

Existen áreas de sedimentación formadas en la llanura aluvial durante un clima seco bastante reciente (probablemente el que ocurrió entre 3.500 y 1.400 años antes del Presente). El agua fue escasa en todo el sistema y los afluentes (arroyos del Rey, Amores, Corriente, etc.) no alcanzaban al cauce del río en sus crecientes, abandonando su carga en posiciones laterales a lo largo de la barranca. Formaron verdaderos deltas, que pueden observarse ahora en los mapas, tales como los del Corriente, Del Rey y otros. El mayor de ellos es el formado por el río Salado, que se extiende desde Santa Fe hasta la laguna Coronda.

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La barranca en el Parque Urquiza, en la ciudad de Paraná

EL COLASTINÉ y LOS OTROS GRANDES BRAZOS

El cauce principal da origen a unos pocos brazos importantes, verdaderos ríos por su tamaño y dinámica. El Colastiné, San Javier, Coronda, etc. Así como el cauce principal corre adosado a la barranca mesopotámica, ellos fluyen a lo largo de la barranca santafesina. Son cauces de otro tipo, llamado «meándrico»: forman curvas suaves y regulares, producidas por un prolijo flujo en tirabuzón (helicoidal, técnicamente hablando). Su divagación dentro de la llanura aluvial es suave y regular, generando las llamadas «llanuras de meandros», que semejan en fotografías aéreas a una cabellera bien peinada.

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Fotografía aérea de la llanura de meandros del Colastiné.

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LA LLANURA DE AVENAMIENTO IMPEDIDO

Las inundaciones del Paraná cubren toda la llanura aluvial de barranca a barranca durante semanas y hasta meses cada año. El agua invade el terreno lentamente, cargada de arcilla y limo en suspensión; esas partículas finas son atrapadas por la vegetación o sedimentan suavemente en los barriales. Esta dinámica, bastante diferente a la energía de los cauces, ha producido después de siglos un paisaje muy chato, con numerosas lagunas, pantanos y pequeños cauces abandonados o «adventicios», donde el agua fluye a veces en una dirección, otras veces en dirección contraria o se estanca. Esos cauces se conectan en un patrón caótico; algunos de ellos tienen albardones altos y estrechos.                        ‘

El fondo de las lagunas suele estar compuesto por vegetación en descomposición. Estas suman miles, se estima que su número oscila entre dos mil y cinco mil en toda Ia llanura aluvial. Se denomina a estas áreas «llanura de avenamiento impedido», porque en conjunto retrasan el flujo del agua hacia el Río de la Plata Esta intrincada confusión de cuerpos de agua, pajonales y bañados desempeña una importante función ecológica: es el lugar de desove y criadero de los peces del río, particularmente de los sábalos, que son la comida de las otras especies más apreciadas. También es la zona donde se desarrollan los camalotes en gran cantidad.

EL ÚLTIMO CAUCE DEL PARANÁ: IBERÁ- SALADllLOS-SETÚBAL

El gran río y toda su llanura aluvial han cambiado de posición muchas veces en el pasado geológico. Mediante la aplicación de varias técnicas geomorfológicas y estratigráficas se ha podido determinar la última ubicación anterior a la actual: pasaba a lo largo de la laguna del Iberá, seguía a lo largo del actual río Corriente (o Corrientes), cruzaba a Santa Fe a la altura de Alejandra y corría por la depresión de los Saladillos hasta la laguna de Guadalupe. Allí entraba en la llanura aluvial actual.

Su edad puede estimarse aproximadamente; mejor dicho, se sabe que es menor a 8.500 años, porque la depresión de los Saladillos no está cubierta por loes s, que dejó de depositarse alrededor de 8.500 años antes del Presente (ergo, el cambio ocurrió después de ello).

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