En 1963 se terminó de reconstruir la RP Nº 1 con cotas adecuadas a la crecida de 1961 y con defensas laterales en las zonas de bajos naturales. En 1965 se continúa sobre islas la RN 168 hasta el Túnel Subfluvial. La creciente de 1966 culminó en Puerto Santa Fe con una altura de 6,94 m, correspondiéndole un caudal de aproximadamente 42.000 m3/seg. La RP 1 fue sobrepasada por el nivel de las aguas en largos trechos entre las localidades de Saladero Cabal y Helvecia, entre Cayastá y Santa Rosa y cerca de San José del Rincón, produciéndose numerosos cortes. Asimismo, se generó una marcada erosión en la margen izquierda del puente sobre el arroyo Leyes y una profundización general del lecho.
El enorme volumen de agua que pasó al Subsistema Setúbal se encontró con la barrera que le significaba la RN 168, sobrepasándola en algunos tramos y, cuando se temía por la estabilidad del Puente Colgante debido a la fuerte erosión que sufría la pila de la margen izquierda, se decidió la voladura de tramos de la RP 168, para permitir una más fácil evacuación de las aguas.
La Costanera santafesina sufrió también grandes deterioros por el efecto erosivo de la corriente. Los incipientes asentamientos de La Guardia y Alto Verde fueron totalmente inundados.
Entre los años 1976 y 1978 se concretaron la elevación del terraplén de la RN 168 entre Santa Fe y La Guardia, así como la habilitación de nuevos puentes, a mayor cota, pero de luces escasas. En 1977 se produjo un pico de 33.000 m3/seg. También hubo rebasamientos y cortes en la RP 1, aunque de menor magnitud, y la RN 168, que estaba siendo reconstruida a mayor cota entre Santa Fe y La Guardia, también fue afectada. Alto Verde y la Guardia se inundaron en numerosos sectores. Luego de este evento, las defensas de la RP 1 fueron reforzadas a nivel de la crecida de 1966 más una revancha, para que la misma «no volviera a cortarse».
La crecida 1982/83 presentó, entre diciembre de 1982 y agosto de 1983, cinco picos sucesivos, con un máximo de 61.100 m3/seg y nivel en Puerto Santa Fe de 7,35 m. Durante ese período, la RP 1 y sus defensas fueron asediadas y se comportaron como dique de contención, embalsando aguas al este de la misma que sólo podían pasar hacia el oeste por los puentes de los arroyos Leyes y Potrero. Con el cuarto pico de crecida se produjo el rebasamiento de la RP 1 en un frente de unos 8 km, anegando unas 180.000 ha (Fig.).
La salida de todo este subsistema se producía por la sección determinada por la RN 168 entre Santa Fe y La Guardia, donde, en un recorrido de aproximadamente 5 km, se disponía sólo de 300 m de puente en la sección de la laguna Setúbal y 340 m distribuidos en 6 puentes aliviadores sobre la planicie de inundación. La diferencia entre los caudales que ingresaban al Subsistema Setúbal y la capacidad de evacuación de la sección Santa Fe – La Guardia dio lugar a un importante efecto de embalse, con desniveles medidos entre aguas arriba y abajo de la RN 168 de hasta 70 cm. Esto produjo mayores niveles de inundación aguas arriba y un aumento de las velocidades de paso, cuyos principales efectos fueron:
Una gran concentración de flujo en la sección del Puente Colgante, favorecida por los rellenamientos en la zona de El Pozo. Esto dio lugar a velocidades altamente erosivas que destruyeron la Costanera santafesina y deterioraron la sección del Puente Colgante, cuya área de escurrimiento total aumentó casi en un 40 %, hasta producir su derrumbe.
En el tramo de los puentes aliviadores, la zona de mayor solicitación correspondió a los puentes 4, 5 Y 6. Las velocidades medias en la sección pasaron, de 0,8 al m/seg en el pico de la primera onda, a 2,5-2,6 m/seg en las últimas ondas, con velocidad » des puntuales superiores a los 3 m/seg, Esto, juntamente con las corrientes laterales de gran magnitud, dio lugar a procesos erosivos incontrolables que triplicaron y quintuplicaron las secciones de escurrimiento hasta provocar la caída de los puentes 4 y 6, cortando la comunicación con la Mesopotamia. Con la caída de estos puentes, se destruyó también la cañería de provisión de agua a la planta de tratamiento de Santa Fe y, parcialmente, el conducto de la cloaca máxima ..
Las defensas del barrio de viviendas del Fonavi y La Guardia fueron superadas y estas últimas, totalmente inundadas.
En la zona de Alto Verde las defensas fueron superadas y se produjeron grandes cortes en sentido de la corriente NE-SO, que sólo dejaron emergentes algunas partes aisladas más altas.
Ruta Nacional 168 durante la crecida de 1983, puentes aliviadores 4 y 6 destruidos y la Guardia inundada
LUEGO DE LA CRECIDA CATASTRÓFICA DE 1982/83:
La RP 1 fue reparada y repavimentada, reforzándose las zonas más afectadas. Los arroyos Santa Rita, Leyes y Potreros siguieron presentando paulatinos problemas de socavación en pilas y estribos al concentrarse en los mismos las posibilidades de paso de las crecidas hacia el oeste.
En la RN 168 se construyeron tres nuevos puentes aliviadores con un total de 750 m de luz. Sin embargo, su eficiencia hidráulica actual es muy baja, al encontrarse en zonas de planicie de inundación y no de cauces, y al no disponer de canales de llamada La zona de rellenos ubicada aguas arriba (barrio de El Pozo, Conicet y Universidad) fue elevada y reforzada, lo que dio lugar a una mayor concentración de flujo hacia la descarga de la laguna Setúbal.
La Costanera santafesina fue rellenada sin considerar protecciones especiales y en la desembocadura de la laguna Setúbal se registraron una profundización así como un incremento del poder erosivo. La pila izquierda del Puente Oroño debió ser fundada a mayor profundidad y se ejecutaron el tratamiento y la protección de la margen derecha.
Los asentamientos suburbanos se extendieron en general, proliferando la construcción de terraplenes de protección de muy dudosas y diferentes condiciones de seguridad.
La cloaca máxima permaneció ubicada aguas abajo de la RN 168.
Se construyó una defensa provisoria en la Guardia Norte, al norte de la RN 168. Bajo estas condiciones, en 1992 se produjo una nueva situación de crecida catastrófica que culminó en Santa Fe con un caudal pico de 54.000 m3/seg y una altura máxima de 7,43 m, nivel superior aún al máximo de 1983, a pesar del menor caudal pico. La menor permanencia de esta crecida en sus valores máximos posibilitó un mayor éxito en la implementación de las medidas de emergencia y lucha contra la inundación. Así fue que la RP 1 fue defendida, impidiéndose su corte físico, aun cuando el tránsito debió ser suspendido por cuestiones de seguridad. Mientras varias de las defensas de.la zona de Alto Verde, La Guardia, Colastiné y Rincón fueron sobrepasadas e inundados numerosos barrios, otras se mantuvieron sólo providencialmente. La Costanera santefesina se vio fuertemente afectada con desmoronamientos y hundimientos que obligaron a la clausura de una de sus manos.
Durante los años 1993 a 1996, mediante el Programa de Rehabilitación para la Emergencia de las Inundaciones (Prei), financiado por el BIRF (Banco Mundial),
se proyectaron y construyeron numerosas defensas contra inundaciones, en el barrio Fonavi de El Pozo, en el Distrito Alto Verde y en La Guardia, además de las ejecutadas a ambos lados de la RP 1, que conforman el anillo de protección para Rincón y Colastiné Norte. Se reconstruyeron el acueducto Colastiné-Santa Fe y la cloaca máxima También, la Costanera santafesina, con sistema mixto de tablestacas y conformación y protección de talud, según sectores.
En 1998 se produjo una crecida cuyo caudal estimado para el pico fue del orden de los 47.000 m3/seg y que alcanzó en el Puerto de Santa Fe una altura máxima de 7,16 m (cota IGM 15,34), la cual resultó una prueba para las obras ejecutadas y/o en construcción. No se advirtieron afectaciones de importancia en los ‘sitios donde se disponía de obras definitivas y consolidadas, pero nuevamente se vieron perjudicadas las zonas con defensas provisorias y fue muy grave la situación del Puente Leyes, mientras que las defensas provisorias de la RP 1 se mantuvieron, aunque con trechos críticos de alto riesgo de falla.
Costanera este. Febrero 2010
El conjunto de nuevas obras construidas ha fijado otras restricciones y condicionantes para el manejo de las aguas, que pueden resumirse en los siguientes ítems.
En La Guardia, un sector de las defensas perimetrales bordea la salida del aliviador N° 6.
La cloaca máxima ha sido reconstruida a la misma cota, por lo que las posibles obras de canalización deberán respetar la tapada mínima o prever protección adicional.
En Alto Verde, la defensa principal concluida (con cota de coronamiento media de 17,2 m IGM) impide todo paso del escurrimiento hacia aguas abajo hasta el denominado Corte Grande.
En el Corte Grande se ubica un camino de vinculación que salva un trecho de aproximadamente 250 m con una cota media de 12,5 m IGM. Y por encima de él, un puente de tránsito reducido.
Al suroeste del Corte Gran de se encuentra una serie de anillos de defensa a cota 15,5 m IGM separados por 3 «pasos» para el escurrimiento de unos 50 m de ancho cada uno, que actualmente se encuentran a cota media aproximada de 14 m IGM.
Las diferentes obras de defensa que se han realizado confieren un status diferente de las «zonas protegidas», anteriormente inundables, produciendo la expulsión de los ocupantes ilegales y de menores recursos hacia las áreas circundantes. Se crea indirecta- mente una falsa «sensación de seguridad» hacia las zonas no protegidas por la cercanía a «zonas seguras», por lo tanto, toda el área seguirá sufriendo la presión constante de ocupación y asentamientos marginales y el desarrollo de actividades de subsistencia (pesca, ladrillerías, criaderos de cerdos, etcétera).
A pesar de no haberse producido luego de 1998 ninguna crecida de importancia manifiesta, la compleja situación de permanentes cambios (naturales y antrópicos) en el sistema en consideración obliga a permanecer alerta y a continuar en el futuro profundas investigaciones y estudios, con el fin de responder a las nuevas incógnitas que se plantean.
VARIACIÓN DE LA IMPORTANCIA DE LA CRECIDA A LO LARGO DE TODO EL RÍO
Una misma creciente puede ser de distinta importancia, según la característica que se analice y según el tramo del río que recorre.
Si se toma, por ejemplo, la crecida de 1983, que fue la de mayor magnitud de todas las registradas, su importancia varía de acuerdo con la característica analizada, ya que, según el caudal pico, le correspondería una recurrencia del orden de los 68 años, que se aumentaría al triple si se consideraran el volumen y la duración. El orden para el resto de las crecidas se modifica notoriamente según la característica analizada, resultando que a la crecida de 1992, segunda por su caudal máximo de recurrencia de 37 años, sólo le corresponde una recurrencia del orden de los 12 años por su volumen y duración.
Por otra parte, el río Paraná, a través de su dinámica fluvial, erosiona y sedimenta permanentemente dentro de su valle aluvial, modificando así la forma de su sección, y varía también su rugosidad por evolución y cambio de vegetación y de formas emergentes.
De tal forma, la curva de gasto que trata de vincular el caudal escurrido con el nivel que se produce en la sección, además de ser no lineal, es variable temporalmente, por lo cual no siempre coinciden los mayores valores de una crecida de nivel y caudal para distintas localidades del recorrido del río.
Es también conocido que el nivel alcanzado en una sección debido a un determinado caudal es permanentemente afectado por otros fenómenos, tales como lluvia local y viento. Su influencia debe analizarse para cada sección o tramo del río.
Si se observan en la figura los niveles máximos registrados en el Puerto de Santa Fe, se observa que el máximo alcanzado en 1992 (7,43 m) es levemente mayor al de 1983 (7,35 m), pese a que el caudal de la crecida de 1983 fue significativamente superior al de 1998. Esto se debió a que el pico de crecida de julio de 1983 se produjo luego de 8 meses de situación de aguas muy altas, que habían provocado una disminución de la rugosidad del valle de inundación por eliminación de vegetación y suavizado de formas de fondo, mientras que, en 1998, fue de corta duración y muy empuntada, sin dar tiempo al valle de inundación a amoldarse a caudales elevados y oponiendo, por lo tanto, mayor resistencia al escurrimiento, lo cual se traduce en mayor sobreelevación del tirante de agua.
La costanera santafesina durante la crecida de la Laguna Setúbal en Marzo de 2010