El sistema ribereño Paraguay-Paraná es un corredor natural de 3.400 km de largo que nace en Amazonia y desemboca en el Río de la Plata, atravesando ecosistemas muy diferentes: selva tropical lluviosa, bosques caducifolios, parques y pastizales. La pendiente general norte-sur determina que exista mayor superficie de tierras altas hacia las nacientes y de tierras bajas e inundables hacia la desembocadura. El río Paraná conforma un corredor biológico que permite el ingreso de especies subtropicales en zonas de clima templado. La flora y fauna nativas utilizan este corredor, pero también lo hacemos los humanos, basta decir que el 80 % de la población argentina se asienta en las márgenes de los grandes ríos. El flujo del Paraná trae nutrientes, sedimentos en suspensión, semillas, huevos y numerosos organismos que circulan y se reproducen en o cerca del río. Permite el intercambio genético de flora y fauna que es arrastrada desde lugares distantes y se encuentra con individuos de su misma especie que habitan mayores latitudes. Por eso, en toda la cuenca pueden encontrarse especies comunes; una semilla de ceibo que caiga de un árbol en Formosa puede llegar flotando al delta santafesino y germinar allí. Este milenario flujo genético impidió el desarrollo de endemismos o especies exclusivas de un sitio. Para comprender mejor este fenómeno hay que decir que el Paraná no corre aislado de los ambientes que atraviesa, sino que va integrando especies propias del Chaco, del Espinal Mesopotámico y del Pastizal Pampeano, favoreciendo la existencia de ambientes eco tonales o zonas de contacto, que reúnen mayor diversidad de especies. Sin embargo, y debido principalmente a factores climáticos, la riqueza de especies disminuye desde las nacientes hacia la desembocadura en el estuario llamado Río de la Plata. Un claro ejemplo son los peces: mientras que en el Pantanal se identificaron más de 350, en el Delta del Paraná se reconocieron sólo 230 especies. La continuidad del río se manifiesta en una vegetación característica que se mantiene aún cuando atraviesa regiones naturales muy distintas, extendiendo hacia el sur la vegetación subtropical que en el caso del río Paraná está relacionada con la selva amazónica. Lo mismo ocurre con otros grupos de seres vivos, como aves, reptiles y mamíferos que también provienen de la Amazonia, mientras que en el Alto Paraná y en la Cuenca de río Uruguay se encuentran más especies propias de las selvas atlánticas del sur de Brasil.
AMBIENTES INTERCONECTADOS
Además de los bosques ribereños y de las islas, el valle de inundación del Paraná está compuesto por un mosaico de ambientes interconectados por los pulsos de
creciente y bajante, los cuales a su vez dependen del nivel de lluvias ocurrido en las nacientes, así como del manejo que se realice de las represas hidroeléctricas ubicadas aguas arriba.
Las inundaciones periódicas producen situaciones que complican la vida de muchos animales; en ocasiones tienen que mudarse y comenzar de nuevo en otro sitio, pero también permite la expansión de especies hidrófilas o «amigas del agua», a la vez que
limita el desarrollo de las especies que requieren poca humedad.
Así, cada creciente reacomoda el paisaje y redistribuye animales y plantas. Ellos están adaptados a estos pulsos y pueden sobrevivir en distintas condiciones ambientales, también pueden migrar antes de la época de mayor ocurrencia de inundaciones, a fines
de verano y principios de otoño.
Así como los isleños del Litoral construyen ranchos sobre postes, los animales que no pueden volar o nadar grandes distancias suben a sitios altos durante las
crecientes. Esto ocurre con los ciervos de los pantanos (Blastocerus dichotomus), gatos monteses (Oncifelis geoffroyz), víboras yarará (Bothrops alternatus), cuises (Cavia aperea), comadrejas overas y coloradas (Didelphis albiventris y Lutreolina crassicaudata) y lagartos overos (Tupinambis merinae), por citar sólo algunos ejemplos.
En la actualidad, también vacas y caballos se apiñan en los albardones costeros.
Tanto en la costa continental como en el borde de las islas, existen albardones creados por la sedimentación ocurrida durante las crecientes.
Los albardones son las partes más altas de las islas y a partir de ellos ocurre un gradiente topográfico que culmina en lagunas centrales. Estas lagunas centrales suelen ser extensas, también están sujetas a inundaciones y desagotan mediante arroyuelos
que perforan el albardón perimetral. De esta forma, actúan como reguladores hídricos que retienen el agua como esponjas para devolverla lentamente al río través de
arroyos esporádicos.
La vegetación de los albardones varía según la latitud en que se encuentren. En el Bajo ocurre una selva que incluye grandes árboles como el timbó blanco(Enterolobium contortisiliquum), ibirá puitá iPeltophorum dubium), lapacho rosado (Tabebuia impetiginosa), zapallo caspi (Pisonia zapallo) y palo mora (Chlorophora tinctorea). En el Paraná Medio, en cambio, la vegetación del albardón está compuesta por bosques
en galería más bajos, también formados por timbó blanco y colorado (Albizia inundata); además de sangres de drago (Croton urucurana), ceibos (Erythrina cristagalli)
y curupíes (Sapium haematospermum). En el Delta Superior y en el Delta Medio surge el bosque fluvial mixto formado por bosques mono específicos de sauces criollos (Salix humboldtiana) o alisos de río (Tessaria integrifolia), con presencia de canelones (Myrsine
laetevirens y M. parvula) y laureles (Nectandta falcifolia y Ocotea acutifolia), mientras en el Delta Inferior se destaca la selva en galería o Monte Blanco, actualmente relictual, compuesta por palmeras pindó (Syagrus romanzoffiana), ingáes (Inga vera) y anacahuitas
(Blepharocalyx salicifolius), entre otras especies.
En las islas nuevas, se asientan extensos sauzales, bosques de aliso de río y ceibales.
Recorriendo las copas en busca de frutos, puede hallarse a la pava de monte (Penélope obscura), gran ave parecida a un pavo que es intensamente cazada.
Los mamíferos más representativos de los albardones del norte son el mono aullador (Alouatta caraya), el coatí (Nasua nasua), el zorro de monte (Cerdocyon thous),
el pecarí labiado (Tayassu pecan), el pecarí de collar (Pecarí tajacu) y el murciélago pescador grande (Noctilio leporuinus). En la región central y hacia el sur, los mamíferos distintivos son el ciervo de los pantanos, la comadreja overa y el lobito de río (Lontra longicaudis).
1. ZORRO DEL MONTE
2.COATí
3.PICO DE PLATA MACHO
4.YACARÉ NEGRO
5.HEMBRA DE MONO AULLADOR
6.CIERVO DE LOS PANTANOS MACHO
7. FLOR DEL CAMALOTE
«MEDIA LOMA»
Las planicies ocasionalmente inundables que se extienden después de los albardones se conocen como «media loma». Allí, aparecen comunidades de plantas capaces de soportar condiciones hidrológicas fluctuantes, como los arbustales de espinillos (Acacia caven), chilcales (Baccharis spp.), mimosas y carpincheras (Mimosa pigra y otras plantas del mismo género). Al bajar la loma acercándose a la laguna, surgen sarandizales (Phyllanthus sellowianus y Cephalanthus glabratus), cardasales (Eryngium spp.), pastizales de paja de techar (Panicum prionitis) y cortadera (Cottaderia selloana). Posadas sobre estos grandes pastos, suelen encontrarse aves granívoras como el verdón (Embernagra platensisi y los corbatitas (Sporophila caerulescens, S. collares y S. hypoxantha), pero también aves insectívoras que utilizan las espigas de los pastos sólo como atalayas para detectar insectos que pasen cerca, esto hace el pico de plata (Hymenops perspicillatus).
Por este ambiente, deambulan mamíferos notables como el aguará guazú (Chrysocyon brachyurus), un cánido silvestre que es intensamente cazado y se encuentra en peligro de extinción porque se lo asocia con la leyenda, del lobizón, yel aguará popé (Procyon cancrivorus), mapache sudamericano de hábitos nocturnos cuya huella semeja la mano de un niño pequeño.
En horarios vespertinos, pastando en algún claro rodeado de árboles, puede encontrarse al guazuncho (Mazama gouazoupira), pequeño y gracioso ciervo intensamente cazado en todo el Litoral.
Los bajos centrales ubicados a continuación de la loma baja, se encuentran rodeados por franjas de comunidades herbáceas hidrófilas que también varían según la región y el nivel de anegamiento en el que crezcan. En el Delta Superior y Delta Medio encontramos catayzales (Polygonum spp.), verdolagales (Ludwigia peploides, Henydra anagallis) y canutillares (Panicum elephantipes, Paspalum repens) que en el Delta Inferior son reemplazados por pajonales de paja brava (Scirpus giganteus), espadaña (Zizaniopeis bonariensis) o totora (Typha latifolia).
En los cuerpos de agua interiores, se encuentran camalotes (Eichhornis azurea, E. crassipes y Poniederia rotundifolia y P. cordata), camalotillos (Nymphoides indica) y el impresionante irupé (Victoria cruzianai).
Los mamíferos característicos de este ambiente son roedores como el carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris), el coipo (Myocastor coypus) y la nadadora rata colorada (Holochilus brasiliensis).
Entre las aves destacan zancudas como las cigüeñas (Ciconia maguari, Mycteria americana, Javiru mycteria), el cuervillo de cañada (Plegadis chihz), el carau (Aramus guarauna) y garzas como la blanca, la mora, la bruja y la azulada (Ardea alba, A. cocoi, Nycticorax nycticorax y Butorides striatus).
En los espejos libres de agua, se zambullen en busca de peces el biguá y el biguá víbora (Phalacrocorax brasilianus, Anhinga anhinga), pero también los macaes (Rollandia rolland, Podilymbus podiceps y Podicephorus major) y las tres especies de martín pescadores presentes en la Argentina: el grande, el mediano y el chico (Megaceryle torquata, Chloroceryle amazona, C. americana).
Son abundantes las gallinetas (Laterallus melanophaius, Aramides y pecaha, Pardirallus sanguinolentus), gallaretas (Fulica leucoptera, F. armillata, F. rufifrons) y patos como el cutirí (Amazonetta brasiliensis), el capuchino (Anas versicolor), el sirirí pampa (Dendrocygna viduata), el sirirí colorado (Dendrocygna bicolor) y el picazo (Netta peposaca).
Con respecto a los anfibios, dentro de las veintisiete especies presentes merecen mencionarse la rana criolla (Leptodactylus ocellatus), sapos como el sapito cavador (Chaunus fernandezae) y varias especies de ranítas trepadoras (Hyla pulchela, Argénteohyla siemersi, Scinax [uscovarius y S. berthae).
Entre los reptiles se destacan varias culebras y dos especies de tortugas acuáticas (Trachemye dorbígni, Hydromedusa tectifera), además de una gran boa acuática, amarilla y negra, conocida como Curiyú (Eunectes notaeus).