A primera vista llama la atención el carácter subtropical de los bosques que se
encuentran en las islas y en la ribera del Paraná, por su parecido con las selvas de la provincia de Misiones y el sur de Brasil. El Paraná es el único gran río del mundo que se origina en un área de clima tropical húmedo y desemboca en una región subtropical húmeda. Las altas temperaturas y la humedad, sumadas a la inmensa eficiencia del río
como dispersar de material genético, favorecen el exuberante desarrollo de la flora paranaense. El río, además de arrastrar ramas, frutos y semillas, arrastra calor, convirtiendo a sus adyacencias en sitios aptos, por ejemplo, para el cultivo de frutas tropicales. Sucede así que la localidad bonaerense de San Pedro es famosa por su producción de naranjas y duraznos, actividad impensada en la localidad interior de Pergamino. Hacia el norte, más cerca del centro de dispersión, podemos encontrar mayor cantidad de especies que en su desembocadura en el Río de la Plata. Esta característica hace que el paisaje del Alto Paraná esté compuesto por mayor biodiversidad y por una alta heterogeneidad, mientras que el paisaje del Bajo Delta se caracteriza por la presencia de pocas especies que forman extensos bosques ribereños monoespecifícos tales como ceibales, sauzales y alisales.’ Aunque las plantas predominantes en el delta son las acuáticas y palustres, los árboles y arbustos, menos abundantes, ofrecen hábitat, refugio y protección a numerosas especies de plantas herbáceas y animales silvestres. Desde el punto de vista utilitario, los árboles del Paraná son aprovechados por los pobladores con fines madereros,alimenticios, melíferos y medicinales, aportando esta circunstancia una importante fuente de ingresos complementarios.
La vegetación de la planicie de inundación es predominantemente herbácea, excepto sobre albardones y bancos del cauce, donde también encontramos árboles y
arbustos. La presencia de árboles retarda la corriente del agua durante las inundaciones, lo que conduce a una mayor deposición de partículas flotantes que elevan
los albardones.
Las inundaciones se repiten anualmente, y aproximadamente dos veces por siglo se producen inundaciones extraordinarias que destruyen la vegetación herbácea y aún la leñosa, debido principalmente a la duración de los períodos de anegamiento. Estos grandes disturbios permiten la reaparición de numerosas especies en sitios que antes de la inundación habían sido colonizados por algunas pocas. Con el correr de las
décadas, las especies más resistentes nuevamente van ganando la competencia por el acceso a la luz y a los nutrientes y vuelven a re-instalarse como dominantes.
Durante el último siglo se sumó, un disturbio lento pero de consecuencias nefastas, como fue la introducción voluntaria o azarosa de especies de otros continentes que terminó por desplazar a la vegetáción autóctona. Actualmente, las especies invasoras más abundantes en el Paraná son el ligustro, la ligustrina, la acacia negra, el arce, la mora y varias especies de sauces exóticos e híbridos (Ligustrum lucidum, Ligustrum sinense, Gleditsia tria-canthos, Acer negundo, Morus alba, Salix babylonica y Salix alba) y enredaderas, como la madreselva y la zarzamora (Lonicera japonica y Rubus sp.).
UNIDADES DE VEGETACiÓN
Las unidades de vegetación que albergan comunidades arbóreas y arbustivas son las siguientes:
SELVA MISIONERA: es el gran muestrario de árboles del Paraná. A modo de ejemplo baste decir que sólo en el Parque Nacional, Iguazú se cuentan más de 90 especies arbóreas.
Por sobre la canopia general, emergen algunos gigantes como el palo rosa, el guatambú blanco, el laurel negro, el incienso, la cancharana y el rabo molle (Aspi-dosperma ‘polyneuron. Balfouródendron riedelianum, Nectandra megapotamica, Myrocarpus frondosus, Cabralea canjerana, Lonchocarpusmuehlbergianus), ejemplares todos que superan los 30 metros de altura en edad adulta.
El techo de la selva está formado por grandes árboles, como el pacará, el laurel amarillo, el peteribí y ellapacho negro (Enterolobium contortisiliquum, Ocotea puberula, Cordia trichotoma, Tabebuia heptaphylla).
El estrato intermedio contiene los renovales de estos grandes árboles, los helechos arborescentes (Cyathea atrovirens), las palmeras Pindó (Syagrus romanzoffiana) y el ambaí (Cecropia pachystachyaji mientras que en el sotobosque crecen cañaverales’ de Tacuaruzú y de Tacuarembó (Guadua angustifolia y Chusquea ramosissima), que pueden llegar a los 20 m de altura En el sotobos- que también se encuentra la ortiga brava (Urera baccifera), un arbusto de grandes hojas urticantes cuyo tallo tronco puede brindar
agua fresca al viajero sediento. Atravesando todos los estratos hallamos al Wembé (Philodendron sp.), un sinnúmero de lianas, cactos, bromelias y orquídeas epifitas.
Ellapacho negro es un árbol de gran porte, de 25 a 40 m de altura, que emerge del estrato superior en los bosques de suelo alto y profundo, al borde de los ríos Paraguay y Paraná. Habita en las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco y Santa Fe. El fuste puede medir entre 0.70 a 1.30 m de diámetro. Es largo, recto y cilíndrico y en el interior de las selvas llega a presentar alerones de un metro que ayudan a soportar lainmensa altura de este árbol cuya madera fue y es muy codiciada. Por su dureza y resistencia a la intemperie se utiliza en construcciones navales, puentes, carpintería, carrocerías, vigas, carretas y pos-tes.
La copa, relativamente pequeña y aparasolada, está compuesta por un follaje denso, color verde grisáceo. Las hojas presentan cinco folíolos de borde aserrado y las flores acampanadas delatan su pertenencia a la familia de las Bignoniáceas, Al igual que en los
demás lapachos, la floración se produce antes que la brotación; en esta especie las flores suelen Ser de color rosado liliáceo, aunque en algunos ejemplares son moradas y en otros, rosa claro.
Cuenta Milán Dimitri que en Iguazú lo llamaban lapacho amarillo, no por sus flores sino por el color de su madera. También nos informa que cuando florece, es profusamente visitado por picaflores, «contándose a veces por centenares estas avecillas».
SELVA EN GALERfA: después de la selva misionera, la selva en galería es la máxima expresión en las formaciones hidrófilas, siendo considerada la comunidad característica del delta del Paraná y de la ribera del Paraná Medio y Bajo, lo cual quiere decir que es su
vegetación potencial. Se Caracteriza por escoltar los cursos de agua del Litoral, desde los grandes ríos hasta. los pequeños arroyos. Es una forma empobrecida de la selva misionera, porque su altura y la cantidad de especies, es menor, pero cumple con todas las características de tina buena selva: presenta mayor número de especies que los bosques, árboles de mayor altura, predominio de especies de follaje persistente, mayor complejidad de estratos, mayor densidad por superficie y mayor número de trepadoras y epifitas, Normalmente están integradas por chal-chal (Allophylus edulis), Laurel criollo (Ocotea acutifolia), Mata ojos (Pouteria salicifolia), Tarumá (Citharexylum montevi-
dense) y Lecherón (Sebastiania brasiliensis).
Como especies acompañantes suelen encontrarse: timbó blanco (Albizia inundata), sangre de drago (Croton urucurana), palo vfbora (Tabernamontana catharinensis) anacahuita (Blepharocalix salicifolius), pacará (Enterolobium contortisiliquum), ceibo
(Erythrina crista-galli), guayabo blanco (Eugenia uruguayensis),
1. Típica formación de alisos que al igual que los sauces, consolidan los
suelos sedimentarios.
2.Timbúes, curupíes, ceibos, laureles y pajonales, conforman, entre otras especies, la vegetación costera de la región Paraná Medio.
higuerón (Ficus luschnathiana), ingá (Inga vera), yerba de bugre (Lonchocarpus nitidus), azota caballos (Luehea divaricada), can~E.(M~sinejJarvula), laurel «de río CÑéctand¡;a angustifolia), lapachillo (Poecilanthe parvíflora), sauce criollo (Salix humboldtiana), curupí (Sapium haerna- tospermum), blanquillo (Sebastiania commersoniana), fumo bravo (Solanum granulosum-leprosum), palmera pindó (Syagrus romanzoffiana) y palo amarillo (Terminalia australis).
Entre los arbustos más comunes en este ambiente podemos citar al tala gateador (Celtís íguanaea), la caña tacuara (Guadua trinii), la murta (Myrceugenia glaucescens), el plumerillo rosado (Calliandra parvifolia), la acacia mansa (Sesbania punicea), la acacia café (Sesbania vírgata), el sauco (Sambucus australis), el sen del campo (Senna corymbosa) y el ñapinday (Acacia bonariensis).
La espina de bañado o tarumás un árbol espinoso de 6 a 12 m de altura, de copa globosa, ligeramente irregular, abierta y amplia, de ‘aproximadamente 7 m de diámetro. Su ramificación es robusta y presenta espinas en las axilas, las ramitas más jóvenes, como
todas las especies de la familia de las Verbenáceas, exhiben tallos cuadrangulares.
Las hojas son opuestas y perennes. Cuando las plantas son jóvenes las hojas se parecen a las de la yerba mate (Ilex paraguayensis). En el invierno se destacan sus hojas simples, coriáceas, de color verde oscuro y opaco en ambas caras, que se tornan anaranjadas
antes de renovarse. A fines de la primavera o mediados del verano aparecen los racimos terminales de flores color amarillo pajizo de «maravillosa fragancia que el viento suave del
estío llevaba en sus alas a muchas leguas de distancia», según nos cuenta G. E. Hudson.
El mayor atractivo sin embargose produce con la fructificación, abundante y persistente, a fines del verano y en otoño. El fruto es pequeño y carnoso, de color rojo vivo cuando madura, muy decorativo y contrastante con el verde de las hojas.
Es originario de Brasil, Para- guay, Uruguay y Argentina, donde se proyecta por los ríos Paraná y Uruguay, integrando las selvas en galería hasta la ribera platense.
El azota caballo es un hermoso árbol que puede medir entre 6 y 30 m de altura, de copa tupida, amplia y globosa y de 5 m o más de diámetro. De silueta elegante, presenta un tronco gris recto y desnudo, las ramificaciones ascendentes son gruesas, mientras
que las terminales se caracterizan por su flexibilidad.
El llamativo follaje tarda en caer. Las hojas son grandes (6 a 12 cm), simples y con el borde finamente aserrado. Su característico color verde medio en el haz y blanquecino afelpado del envés, le suma «atractivo cuando la copa es agitada por el viento. El color ocre brillante de sus brotes también es sumamente agradable. La floración se produce a fines del verano descubriendo bonitos racimos terminales de flores color rosa pálido. En algunas ocasiones se produce una re floración en otoño.
Fructifica a fines del otoño y principios del invierno. Esta especie autóctona pertenece a la familia de las Tiliáceas, cuyo pariente famoso (el tilo) es originario del hemisferio norte y
muy cultivado en nuestras veredas. El azota caballos es originario de Brasil, Paraguay, Uruguay y norte y este de la Argentina.
En nuestro país habita las selvas y bosques húmedos del nordeste (Chaco, Formosa, Misiones) hasta la ribera platense donde se destaca por la forma y coloración de
sus hojas. Su nombre común alude al uso CEIBAL: son bosques caducifolios hidrófilos con predominancia de ceibos que suelen ocupar suelos anegadizos en riberas, bordes de lagunas o pajonales interiores de las islas. Constituyen una etapa intermedia entre los pajonales y las selvas.
Pueden estar acompañados por el sauce criollo, el anacahuita, el sarandi blanco, el palo amarillo y el guayabo blanco.
Uno de los más bellos espectáculos que ofrece la naturaleza en nuestro país es encontrar un ceíbo en plena floración. La copa presenta ramas curvas y repletas de flores de color rojo coral, carnos as, colgantes, formadas por una explanada ondulante enfrentada a un gancho chato por donde asoman los estambres amarillos.
Habita bordes de cursos fluviales del norte argentino bajando por los ríos Paraná y Uruguay hasta el delta del Paraná y laribera platense, donde suele formar montes
puros. Ornamental por excelencia, fue declarada «flor nacional» tanto en la Argentina como en el Uruguay.
Durante su floración es visitado por picafíores e insectos coloridos, que actúan como polinizadores.
Su corteza gruesa y rugosa resulta un sitio ideal para la instalación de plantas epifitas, como la orquídea Patito (Oncidium bifolium) y un cactus (Rhipsalis lumbricoides), de bellos frutos blanco marfil.
SAUZAL: comunidad vegetal típica de sitios húmedos con predominio de especies caducifolias. Esta comunidad suele ser más densa que los ceibales y generalmente se asienta sobre los albardones costeros. La especie dominante es el sauce criollo, acompañado por el sarandí colorado, el ceibo, el canelón (Myrsine parvula) yel curupí.
Los arbustos más frecuentes son el algodonillo (Aeschynomene montevidensis), la rama negra (Mimosa bomplandii), el sarandí blanco, la acacia mansa, acacacia café y la murta.
El sauce criollo es la única especie de sauce autóctono en la Argentina. Se distingue de sus
parientes cercanos por ser también el único con hojas alargadas, de menos de un centímetro de ancho y la misma tonalidad en ambas caras. Es un árbol de bello porte, con copa densa y llena de ramitas ascendentes, a diferencia del sauce llorón y de otros exóti- cos, con ramas péndulas. Antes de perder las hojas con los fríos otoñales, y durante unos días, el follaje adquiere una hermosa tonalidad amarilla
Las propiedades curativas de los sauces son conocidas desde la antigüedad y han constituido la fuente de la aspirina. En la medicina popular de muchas regiones de la Argentina, la corteza del sauce criollo todavía es empleada para calmar la fiebre.
ALISAL: son bosques densos y casi puros de aliso de río, árbol que puede alcanzar los 6 ó 7 metros de altura, de poco diámetro, que se comporta como pionero al colonizar islas nuevas y albardones aún sin vegetación leñosa. En muchos casos están acompañados- por ejemplares aislados de ceibo y sauce criollo, como así también por plantas del matorral ribereño.
El aliso de río es un árbol propio de los ríos Bermejo, Paraguay y Paraná, donde coloniza los bancos de arena y las playas. Una vez instalada, esta especie pionera genera en poco tiempo un monte espeso donde resulta exclusivo, dado que sus raíces tienen la capacidad de dar brotes que constituyen nuevos ejemplares. Crece rápido a costa de no ser longevo.
En alrededor de veinte años sus montes comienzan a ralearse progresivamente con la muerte de los más antiguos, pero en condiciones naturales, a la sombra de estos arbolitos ya crecieron aquellos que sucederán a los alisos de río produciendo el monte ribereño.
MATORRAL RIBEREÑO: se encuentra entre el juncal y el bosque o selva propiamente dicha
formado, como su nombre lo indica, por arbustos y acompañado por herbáceas erguidas y tendidas. Predominan en él especies de leguminosas que alcanzan los 2,5 m de altura. Suele ocupar franjas paralelas al río u otros espejos de
agua. Está integrado por algodonillo, sarandí colorado, murta sarandí blanco, acacía mansa, rama negra, y acacia café.
1. Arroyo con matorral ribereño.
2. Costa del río donde se observa la
selva en galería. El follaje más claro
corresponde a ejemplares de Sangre
de Drago.
La rama negra: es un pequeño arbolito pariente de las mimosas aunque no es sensitivo. De follaje delicado, con hojas finamente divididas y ramazón endeble, estos arbolitos no aparentan la resistencia que poseen. Integran una primera muralla de contención ante
los embates de las crecientes, que no sólo trae agua sino también troncos grandes, una multitud de ramitas, frutos, hojas, semillas y actualmente, toda la basura flotante que genera el hombre.
TALAR: es un bosque xerófilo formado por varias especies y presente en suelos drenados y calcáreos como los compuestos por conchillas o tosca, que se ubica en franjas paralelas a los cursos de agua En él suele predominar el tala (Celtis ehrenbergiana o Celtis
chichape) y el coronillo (Scutia buxifolia), o ambos, acompañados por una gran lista de árboles tales como: espinillo (Acacia caven), quebrachillo (Acanthosyris spinescens), tembetarí (Fagara hyemalis), chañar (Geoffraea decorticans), algarrobo blanco (Prosopis
alba), ombú (Phytolacca dioica) y molle (Schinus longifolius).
Entre los arbustos más frecuentes de esta comunidad figuran la chilca (Baccharis salicifolia), el cedrón de monte (Aloysia gratissima), el malvavisco (Abutilon grandifolium), el duraznillo negro (Cestrum parqui), el curro (Colletia paradoxa), la chilca de olor (Eupatorium inulifolium), la barba de chivo (Caesalpinia gilliesii) y elñapinday. Si bien el tala es una especie propia de los bosques chaqueños y del espinal, donde es fuente de madera buena, leña y sombra también integra atractivos bosques del nordeste bonaerense que acompañan al río Paraná. Estos bosques son conocidos como talares. El tala es utilizado donde se lo encuentre, sobre todo cerca del río donde no abundan las maderas duras. Afortunadamente tiene la capacidad de originar nuevos brotes a partir de los tocones, aunque ya no vuelve a adquirir porte arbóreo. Sino de un gran matorral espinoso. Sus frutos son apetecidos por las aves y los niños del campo. PASTIZAL: Aunque es un ambiente dominado por gramíneas y ciperáceas, también allí encontramos especies leñosas cuya’ abundancia llega a cubrir importantes extensiones. Nos referimos a diferentes especies de arbustos ramosos y de hojas pequeñas que reciben el nombre genérico de chilcas (Bacharis salicifolia, Baccharis notosergila, Baccaris spicata y Eupatorium inulifolium). La mejor forma de conocer los árboles de la costa del Paraná es visitándolos en su hábitat: descansar a su sombra, apreciar la textura de la corteza y follaje, observar las formas y descubrir qué animales los frecuentan. De ser posible, deberíamos consultar cómo se llama cada uno y pedir que nos cuenten algo más de ellos, en un leng)!éJ,je ~ocl:>mos entender sin ser especialistas. La Reserva Ecológica de la Ciudad Universitaria Costanera Este UNL, en la ciudad de Santa Fe es uno de los lugares que puede ser visitado gratuitamente, y cuenta con guías muy amables que ayudan a la interpretación y reconocimiento de la flora. Además, los senderos disponen de carteles que identifican a los árboles, cuentan sus secretos botánicos y también leyendas.